Desde hace unos años, este es uno de los temas que crea más
dudas en los consumidores habituales de vino españoles y que día tras día va
cogiendo más trascendencia.
A medida que los bodegueros españoles van integrando el
tapón de silicona en sus vinos destinados para el consumo más inmediato (lo
cual va siendo más usual), abrir una botella de vino y llevarnos una sorpresa
descubriendo que el tapón ya no es el tradicional de corcho de toda la vida no
es nada extraordinario. Éste ha sido reemplazado por uno de silicona, también
llamado vulgarmente de plástico –incluso lo intentan camuflar dándole el color
y dibujos del corcho como si estuvieran cometiendo una fechoría-, y esto crea
controversia y un mar de dudas en el consumidor: ¿Por qué nos cambian el tapón?
¿Será este peor vino para no merecer un tapón “como Dios manda”?, etc.
El vino y la comida en España es parte importantísima de
nuestra cultura y de nuestra tradición y por ello nos cuesta mucho más admitir
cambios en estos dos ámbitos. Por este mismo motivo, por la tradición, los tapones siempre han sido de corchos, ya que es España una gran productora
del mismo.
Este fenómeno del cambio de los tapones de corcho por
los de silicona se produjo a medida que las grandes compañías de supermercados
británicas obligaban a las bodegas españolas que querían hacerse un hueco en
las estanterías de sus supermercados, a cambiar los tradicionales tapones de
corcho por tapones de silicona en sus vinos de la gama media para consumo
diario, para así ahorrarse el riesgo de picaduras (sabor a corcho) en este tipo
de vinos y su posterior devolución en caso de que esto ocurriera.
Hay que tener en cuenta que un tapón de corcho puede salir
entre 5 céntimos y los 2,40 según su calidad, cantidad considerable sabiendo
que ese precio incrementara o reducirá el precio final de la botella. Al mismo tiempo, un corcho de baja calidad podría arruinar
nuestro vino, sin embargo un tapón de silicona nos asegura al cien por cien que
el vino no tendrá sabor a corcho y su precio no llega a ser tan elevado como el
de un corcho de una buena calidad.
Para aquellos vinos que se consumen en el año, o que su vida
óptima es de un año aproximadamente, el tapón de silicona no le llega a
ocasionar ni beneficios ni perjuicios en lo que al vino se refiere, lo que hace
es reducir los riesgos a cero, es decir, que no se pique el vino. Para utilizarlo en vinos de más añadas se están llevando a
cabo experimentos, pero hasta el momento, sin llegar a dar resultados
definitivos, tendremos que esperar unos años para poder saber algo más sobre
estas investigaciones.
De todas formas vayan preparándose aquellos a los que no les
guste el tapón de silicona porque el progreso esta aquí, ha llegado e irá
creciendo su utilización, y contengan la respiración, que llegan los tapones de
rosca.